5. Políticas ambientales que tengan en cuenta los intereses y necesidades de los animales salvajes.

La caza y la pesca son actividades que provocan la muerte y el sufrimiento de miles de animales al año, por lo que nos oponemos a las mismas y a su reconocimiento como actividades deportivas. Las consecuencias de tales prácticas no solo son las directas. Un ejemplo es el grave problema del plumbismo, que envenena acuíferos y animales. Recordemos también que el 12% de los abandono de perros se producen al finalizar la temporada de caza.

Promoveremos actitudes que favorezcan a los animales salvajes, como la restricción de vallados que impidan el libre paso de animales en espacios naturales, establecer pasos subterráneos en carreteras y aislar estas vías que sesgan la vida de miles de animales al año. Persecución de los envenenadores de animales, etc.

Asimismo, las políticas promovidas en relación con las mal llamadas “especies invasoras” son discriminadoras e injustas. Estas políticas suponen la muerte a sangre fría de millones de animales. Poner fin a la vida de estos animales no es aceptable, al igual que no lo sería si habláramos de humanos inmigrantes. En el caso de que exista un conflicto entre distintos animales salvajes, defendemos la adopción de aquellas medidas que tengan en cuenta las necesidades de todas las partes implicadas.